Mi día trató de
De mis pulgas lumínicas, insisto. De la canción que canta él cuando habla. De lo que dice cuando callado se queda y me mira con sus ojos de.
Eso no trato, no tema. La caída siempre temerosa, temiendo ella. Y punto. Y cuántos. Y exclama.
Dos de cada tres oraciones nonsense intuyo. In tuye.
Bueno, me desperté hoy casi caminando a no sé qué ni cuándo. Me perdí entre sus pliegues de anciano sabio y sus labios arrugados de espera. Me quedo ciega todos los días. Me calmo clamándole en un aullido largo cual pájaro resucitando maldito fénix apagándose.
Y él de mí haciéndose cuento y palabra.
Tendiendo como viuda largas redes esmeralda/verde/mate.